¿Desde qué edad escuchamos la palabra “boda”?, ¿cuántas veces hemos asistido a una totalmente emocionados/as?, ¿qué pensábamos mientras veíamos una boda?, ¿alguna vez hemos pensado en estar en el lugar de los novios?, pues recuérdenlo e imagínenselo mientras leen este post.
Tengo en mi mente unas fotografías de la boda de mis padres, aunque no recuerdo el año en el que fue, podría decir gracias a ellas que la boda fue así: “mi madre y mi padre se casaron, luego del paseo respectivo, llegaron a la casa de mi abuelito Guillermo en Barrios Altos en el auto Volkswagen verde que pertenecía a mi tío, recibiendo un abrazo de toda la familia reunida”.
Debió ser una boda llena de mucha emoción, amor y mucha alegría; aunque siendo sincero cuando uno es niño, las cosas más importantes en las fiestas o en las bodas es lo que vamos a comer y la propina de los tíos, mientras el resto cuida que no nos ensuciemos o ven lo lindo que nos vemos con un terno (o vestido en el caso de las mujeres) puesto siendo infantes.
Años después, asistí al matrimonio de una amiga del trabajo, nunca llegue a conocer bien a su pareja y bueno, tuve que hacer grupo con el entorno con quienes nos conocíamos, todos en una sola mesa como parte de una cofradía especial invitada a ese gran momento; podría decir con mucha sinceridad que recién a esta edad nos emocionamos por todo lo que sucede alrededor nuestro y hasta una lagrima nos puede robar este gran evento.
Fue en ese instante, en el que se me vinieron muchas preguntas a la cabeza: ¿cómo se conocieron?, ¿cómo le pidió la mano? Y no me daba cuenta que mis preguntas giraban en torno a solo dos personas y que el ciento de invitados ya no existíamos, fue allí en donde me di cuenta que no íbamos a celebrar la ceremonia, sino el significado de unión eterno que ellos dos se daban, el significado de amor, de apuesta personal hacía el otro y que todo el resto estábamos allí para brindarles nuestro apoyo a tan importante decisión, fue por ello nuestra presencia en su boda.
Hoy, casi 30 años después de la boda de mis padres, podría decir que no importan todos los preparativos que uno haga, no importa la lista de invitados de una boda, no importa si asisten todos o no; lo importante son aquellas dos personas que en un momento de sus vidas se dieron un primer beso y con el tiempo decidieron que el sentir que no podían vivir lejos del otro implicaba que estaba escrito en algún lugar del universo que ambos serían uno para siempre.
Dentro de pocos días una pareja de amigos se casa (y yo seré su maestro de ceremonia), espero en unos próximos años estar en el lugar de ellos y en el lugar de todos los novios a quienes acompañe en algún momento de mi vida, espero algún día ver a una hermosa dama caminando hacía mi de blanco... espero